¿Habéis oído alguna vez esta frase: «el abuelo monta la empresa, los hijos la disfrutan y los nietos la hunden»? Convertirse en empresario es un proceso de crecimiento personal que se produce cuando agitas de tal manera tus cimientos que sobrepasas esa línea de confort en la que duele más no cambiar que invertir energía en construir una nueva mentalidad.
Seguro que habrás escuchado decir «yo soy así». Muy bien, pero, amigo mío, si «siendo así» no consigues los objetivos que te has propuesto. Por ello, es hora de dejar de «ser así» y empezar a trabajar para convertirte en lo que debes ser, para hacer lo que tienes que hacer y así tener lo que deseas tener.
El proceso es completamente inverso a lo que la mayoría de las personas imaginan: si tuviese esto, haría esto y sería esto… ERROR.
El proceso correcto es: SER > HACER > TENER.
Todo empieza en tu interior y esto es algo que solo aquellos que hemos estado en el campo de batalla a pecho descubierto, tratando de seguir avanzando mientras un aluvión de morteros nos caía encima, podemos conocer.
Hablo figuradamente del mundo empresarial, por supuesto. Porque por suerte, no he tenido que participar en ninguna guerra todavía, pero sí empezar desde cero, sin nada, con solo una idea y luchar contra viento y marea atravesando el valle de las espinas del emprendedor para llegar hasta el lugar en el que estoy ahora.
Muchas veces cuando hablo con otros empresarios y emprendedores digo esta frase (que suele chocar): soy muy afortunado porque cuando empecé en esto me fue terriblemente mal.
Gracias a que me fue tan mal y pude sentir tanto dolor mi interior, esto me impulsó a forjar una disciplina de trabajo, a estar en constante aprendizaje, a construir una mentalidad determinada y a trabajar constantemente en mí para aprender lo que tenía que aprender para salir de esa situación y llegar al destino al que deseaba llegar.
A veces, me confundo y veo lo afortunados que son algunos hijos de empresarios que heredan las empresas que con tanto sacrificio sus padres o abuelos levantaron. Llegaron y se encontraron montado todo: el modelo de negocio, el equipo, los sistemas, los clientes… pero sin embargo, lamentablemente, muchas veces me doy cuenta de que solo es una confusión. Y realmente me siento muy afortunado de no haberme encontrado con nada, de haber lidiado tanto con el fracaso, de haberme tenido que esforzar tanto para aprender lo que necesitaba aprender y de amar cada una de las dificultades, porque realmente eso es lo que me ha convertido en empresario.
Hoy hablo de los empresarios hechos a sí mismos. De aquellos que empezamos de la nada, sin padrinos, sin colchones, sin seguridad de ningún tipo y que atravesamos varios calvarios para poder aprender. La trinchera es un campo de entrenamiento fabuloso. Duele, ¡y tanto que duele! Pero el motivo por el cual el abuelo consiguió levantar la empresa y, en algunas ocasiones, los nietos la acaban hundiendo radica en el campo de entrenamiento que ha tenido cada uno.
La mayor de las batallas que libraremos como empresarios se encuentra en nuestro interior y construir ese interior requiere de mucha voluntad y energía. Y el mundo con todo hecho y fácil hace que no busques ese camino, hasta que no hacerlo duela más que hacerlo.
El ser humano está hecho para prosperar ante la adversidad, para recuperarse con rapidez y elasticidad y sobrevivir en entornos hostiles y peligrosos.
¿Qué ocurre cuando todo va sobre ruedas y vivimos rodeados de confort? Que cogemos peso, nuestros músculos se atrofian, cada vez hacemos menos esfuerzos pero estamos más cansados, no trabajamos en nosotros mismos… y cuando nos damos cuenta, estamos totalmente fuera de onda. No somos ni de lejos lo que soñábamos ser y a pesar de que todo es confort y seguridad, no nos sentimos felices. Curioso.
Con todo esto no quiero quitar ni mucho menos mérito a nadie. Conozco nietos de empresarios con una capacidad, mentalidad y disciplina de trabajo que nada tiene que envidiar a las de sus abuelos. Escribo estas líneas para animarte a ti, si eres de los que está atravesando los calvarios del aprendizaje. Escribo estas líneas para decirte que te admiro y sigas así, si eres de los nietos disciplinados y con la mentalidad adecuada. Y escribo estas líneas para decirte que espabiles, si eres de los nietos que no se encuentran en el caso anterior, hazlo antes de que sea demasiado tarde. Y si lo es, no pasa nada, porque si de verdad quieres merecer el título de empresario, empezando de cero, de nuevo, estoy seguro de que lo ganarás a pulso.
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