Un día decidiste dar el paso y dejar tu empresa para convertirte en asesor independiente. Quizá conseguiste crecer un poco y tener los primeros empleados o simplemente no te quedó más opción para entrar en el mercado laboral que hacerte autónomo y empezar a buscar clientes.
Sin embargo, pasan los años y vives atrapado en un autoempleo con jornadas maratonianas que se rigen por el calendario fiscal. Tu día a día tiene una gran carga de contenido técnico (mayoritariamente con tareas administrativas mecánicas y repetitivas) y resolviendo imprevistos y solicitudes de clientes: consultas, requerimientos, etc.
¿Crecer? Lo has pensado muchas veces, pero siempre acabas con la misma idea: no tienes tiempo ni recursos y no sabes si la palabra empresario te define. Si ya es difícil mantener lo que tienes como para pensar en mantener empleados o coger más clientes. Porque además de la preocupación económica, supondría añadir los posibles errores técnicos que puedan cometer tus equipos y las consecuencias, tanto económicas como de reputación que esto pueda conllevar.
Y no hablemos de la posibilidad de no tener ingresos suficientes, ya no para tener beneficios sino para pagar los gastos del despacho y que quede un salario digno. Esto realmente nos atormenta.
Pero, ¿cuáles son las causas reales que nos impiden crecer y mantienen anclados a miles de asesores independientes en formatos de autoempleo y luchando cada día por sobrevivir a pesar de la elevada atomización del mercado?
1. Falta de un cambio de mentalidad
Generalmente pensamos que «cuando nos vaya mejor«, «si la cosa mejora» o «en un futuro que parece nunca llegar» podremos hacer X o Y y entonces tendremos la situación que deseamos. Es decir, pensamos que un proceso de cambio es CUANDO TENGA > HARÉ y cuando HAGA > SERÉ de una determinada manera. Pero realmente ¡¡el proceso de cambio es completamente inverso!! es decir, que según SEAS (tus creencias, tu mentalidad), actúas (HACES) y gracias a eso que haces, TIENES unos resultados determinados.
Entonces, el proceso real de cambio es SER > HACER > TENER. Así que el primer paso para poder crecer no está en factores externos, en el mercado, el equipo o los recursos materiales. ¡¡El primer paso se encuentra en nosotros mismos!!, en el desarrollo de la mentalidad adecuada para poder expandir nuestra zona de confort y comenzar a reemplazar hábitos y creencias de manera que seamos capaces de hacer y por tanto llegar a lo que deseamos tener.
Uno de estos primeros cambios consiste en dejar de entender el negocio como un «autoempleo» y empezar a pensar en un «sistema«. Es posible, créeme. Aunque tu servicio sea de asesoramiento y sea personalizado. Porque la idea de más clientes, más trabajo, más horas tuyas… no es sostenible en el largo plazo y al final lo único que deseas es poner el freno para no morir de agotamiento.
2. Falta de una estrategia clara
Empezaste el negocio lo mejor que supiste, con lo que tenías en ese momento y con lo que habías aprendido hasta la fecha. Y fue genial, hoy sigues aquí. Pero aquellas estrategias que te sirvieron para empezar, quizá no te sirvan para continuar y trasladarte a la situación que deseas.
Más crecimiento, mejores márgenes, mayor solvencia, mejora en la calidad de vida… esto pasa por dejar de disparar a todo lo que se mueve. Eres un buen profesional y hasta ahora te han recomendado y has crecido gracias al boca-oreja. Pero citemos a Confucio: «El hombre que persigue a dos conejos, no atrapa a ninguno«.
3. Falta de un sistema de adquisición en permanente funcionamiento
Si ya tienes empleados o si estás pensando en tener el primero, lo más normal es que encuentres a alguien de confianza, le dediques un tiempo al principio para explicarle sus funciones y esperes que con el tiempo sea resolutivo y capaz de buscarse la vida.
Pero cuando empieces a crecer comenzarán los problemas: servicios que no se ejecutan como te hubiese gustado, algunos clientes insatisfechos, problemas de rentabilidad… Eso se debe a que para que un «sistema» funcione y deje de ser un autoempleo con empleados es necesario diseñar la cadena de montaje de tu negocio sin que eso suponga perder valor añadido o personalización.